El ‘Rey de las fugas’ nació en Montepellier 48 años atrás, se crió en Lyon y forjó su historia delictiva en Marsella. En 1993 ya empezó a ser un habitual en los archivos policiales y el 20 de noviembre de 1997 decidió traspasar la línea al atacar un furgón blindado del Banco de Francia y matar, parece que de forma involuntaria, a uno de los agentes de seguridad que lo custodiaba. Un delito que le colocó entre los criminales más buscados del país galo y por el que acabó entre rejas después de ser apresado junto a uno de sus colaboradores, Eric Alboreo, en Paris dos años después de aquel grave incidente. Por aquello sería conducido a la prisión de Luynes, cárcel en la que empezaría a forjar su habilidad para las fugas.
El 12 de octubre de 2001 abandonó dicha prisión francesa a bordo de un helicóptero acompañado por Frederic Impocco, otro de sus colaboradores y que sería aprehendido seis días después en la capital francesa. Apenas dos años después, Pascal Payet montó el operativo necesario para sacar de la misma prisión de la que él se había fugado a tres de sus socios, incluido Eric Alboreo, el individuo junto al que a él le habían capturado en Paris en 1999. Y no innovó. Repitió el mismo modus operandi. Pese a que la cárcel de Luynes había reforzado su seguridad con mecanismos para evitar que se reprodujese otra fuga poniendo cables anti helicóptero, Payet requirió sólo de unos minutos para coordinar y ejecutar la fuga de los miembros de su banda.
En menos de 18 meses, la prisión de Luynes había sufrido su segunda fuga y ambas en helicóptero, circunstancia que redobló los esfuerzos de la policía francesa que consiguió capturar a Pascal Payet y a sus hombres tres semanas más tarde. Desde ese momento, el ‘Rey de las Fugas’ pasó a encadenar condenas. “No tiene futuro con los años de prisión que le han impuesto”, avanzaba el abogado de este criminal francés cuando en 2005 se confirmó su pena de 30 años por el homicidio de un agente de seguridad, más los seis por su propia evasión, más los siete por organizar la fuga de sus compañeros. Un futuro entre rejas al que se sumó el incómodo hecho de ser un preso especialmente supervisado por las autoridades, lo que se tradujo en nueve cambios de prisión en apenas 30 meses. Una circunstancia contra la que se revelaría el propio Payet, esposo y padre de dos hijos, al ponerse en huelga de hambre en la cárcel de Metz o al subir una carta a un blog denunciando sus condiciones de arresto.
Después de pasar por numerosos establecimientos penitenciarios, en 2007 sería trasladado al módulo de máxima seguridad de la cárcel de Grasse desde la que emprendió su última y más espectacular fuga. Desde aquel 14 de julio de 2007, sus pasos le condujeron a Brighton, ciudad inglesa, a la mesa de un cirujano plástico para reconstruirse el rostro y a España. Concretamente a Mataró, ciudad cercana a Barcelona. Lugar en el que el 21 de septiembre de 2007 sería capturado sin oponer resistencia a la salida de un restaurante. Ahora se encuentra entre rejas, si bien el paradero de este bandolero marsellés es altamente secreto. De él poco se sabe en la actualidad. Más allá de la denuncia hace meses de uno de sus abogados, quien alertó de que Pascal Payet “está afinado en una celda de cuatro metros cuadrados de espacio vital, pasando sin luz 23 de 24 días, sin televisión, radio ni visitas”. En principio, y si no vuelve a protagonizar otra fuga, el autor de las evasiones más espectaculares del siglo XXI no volverá a pisar la calle hasta 2038.
En menos de 18 meses, la prisión de Luynes había sufrido su segunda fuga y ambas en helicóptero, circunstancia que redobló los esfuerzos de la policía francesa que consiguió capturar a Pascal Payet y a sus hombres tres semanas más tarde. Desde ese momento, el ‘Rey de las Fugas’ pasó a encadenar condenas. “No tiene futuro con los años de prisión que le han impuesto”, avanzaba el abogado de este criminal francés cuando en 2005 se confirmó su pena de 30 años por el homicidio de un agente de seguridad, más los seis por su propia evasión, más los siete por organizar la fuga de sus compañeros. Un futuro entre rejas al que se sumó el incómodo hecho de ser un preso especialmente supervisado por las autoridades, lo que se tradujo en nueve cambios de prisión en apenas 30 meses. Una circunstancia contra la que se revelaría el propio Payet, esposo y padre de dos hijos, al ponerse en huelga de hambre en la cárcel de Metz o al subir una carta a un blog denunciando sus condiciones de arresto.
Después de pasar por numerosos establecimientos penitenciarios, en 2007 sería trasladado al módulo de máxima seguridad de la cárcel de Grasse desde la que emprendió su última y más espectacular fuga. Desde aquel 14 de julio de 2007, sus pasos le condujeron a Brighton, ciudad inglesa, a la mesa de un cirujano plástico para reconstruirse el rostro y a España. Concretamente a Mataró, ciudad cercana a Barcelona. Lugar en el que el 21 de septiembre de 2007 sería capturado sin oponer resistencia a la salida de un restaurante. Ahora se encuentra entre rejas, si bien el paradero de este bandolero marsellés es altamente secreto. De él poco se sabe en la actualidad. Más allá de la denuncia hace meses de uno de sus abogados, quien alertó de que Pascal Payet “está afinado en una celda de cuatro metros cuadrados de espacio vital, pasando sin luz 23 de 24 días, sin televisión, radio ni visitas”. En principio, y si no vuelve a protagonizar otra fuga, el autor de las evasiones más espectaculares del siglo XXI no volverá a pisar la calle hasta 2038.
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