
Andrés Rabadán nació en 1973 en Premiá de Mar, era el menor de tres hermanos. Su infancia viene marcada por residir en una familia desestructurada, con un padre, Matías Rabadán, maltratador, y una madre, Matilde Escobar, la cual sufre mucho, incapaz de separarse y que acaba suicidándose cuando Andrés tenía 8 años de edad.
Sus hermanos mayores se van de casa después del suicidio de su madre y Andrés se queda solo con el padre. Pocos años después, con 15, se trasladan a vivir a un paraje solitario en el bosque. Pierde a sus amigos, su novia y su entorno habitual. No conseguía hacer nuevas amistades y termina aislándose.
Rabadán tenía un hobby un tanto extraño, hacer descarrilar trenes, hasta tres convoyes fueron atacados por Andrés. Tal vez debió identificarlos como a uno de esos enemigos, esas voces que ya sentía que le acosaban, que le perseguían y le iban a matar.
Andrés, el fin de semana antes de cometer el parricidio lo paso con su hermana, la cual le confesó los abusos que había sufrido por parte de su padre.
Fue el 6 de Febrero de 1994, cuando Andrés Rabadán, tomo el apodo del "Asesino de la ballesta", debido a que perforó la cabeza de su padre con tres flechas, disparadas desde la ballesta que se había comprado por Reyes.
Había preparado una flecha más, una que nunca se disparó y que tenía el nombre de Andrés Rabadán, la cual no tuvo el valor de utilizar.
En el juicio, Andrés Rabadán declaró que quería a su padre y que le mató sin saber lo que hacía. Que oía voces y que las voces lo guiaban. Cuando vió que le había reventado la cabeza con la primera flecha, le disparó dos más, esta vez conscientemente. En su declaración explicó que lo remató para que no sufriera. Luego le quitó una de las flechas, le puso una almohada en la cabeza y lo abrazó. Así permaneció quince minutos, hasta que su padre murió. Entonces cogió su ciclomotor y se entregó a la policía de Palafolls. El joven los llevó a su casa, y allí esperó hasta la llegada de la Guardia Civil mientras les hablaba de las clases del instituto y de su novia.

Como sucedió con Francisco García Escalero, Andrés parecía destinado al fracaso, todas las variables personales y ambientales indicaban que podría terminar realizando algún tipo de acto delictivo, aunque él lo niegue en el documental "El perdón".
Andrés Rabadán fue considerado inimputable del delito de parricidio, determinaron que en el momento de los hechos sufría una esquizofrenia delirante paranoide, condenándolo a una medida de seguridad privativa de libertad de 20 años de internamiento.
Desde su internamiento, Rabadán ha pasado por diversos módulos psiquiátricos de diversas cárceles de Cataluña, como Brians, La Modelo o Quatre Camins. Su vida en prisión se ha traducido en tres intentos de fuga, uno de suicidio, una condena extra de año y medio y 5.000 euros de multa por enviar, en 2004, una carta con amenazas a una enfermera de prisiones, la escritura de dos novelas (Historias de la cárcel y Cursillo Devi), varias exposiciones con sus dibujos, un romance que acabó en boda con una voluntaria de prisiones, Mª Carmen Mont, con la que ha tenido una hija y una película sobre su vida.
Han existido muchos debates en torno a la figura de Andrés Rabadán sobre si supone un peligro para la sociedad o si está realmente curado.
Hay teorías que hablan de la paradoja del loco cuerdo, Andrés podría haberse hecho pasar por loco y así ser impune a la condena de parricidio y sabotaje de la linea ferra, estrategia no muy inteligente, ya que si le hubiesen condenado habría disfrutado de permisos carcelarios mucho antes.
Otras teorías hablan de que Rabadán es un psicópata narcisista y que gracias a la pintura, publicaciones literarias y cinematográficas estaría alimentando su ego y estaría creando una historia que le permitiría levantarse cada mañana y sentirse aún humano.
Como reflexión añadir que si para Andrés Rabadán, disparar a su padre con la ballesta fue como un despertar de aquella locura, quien nos asegura que en libertad, con todo lo que conlleva pertenecer a una sociedad, problemas, etiquetas, estrés diario, no podría hacer que Rabadán volviese a entrar en shock y que de nuevo buscase formas tan poco terapéuticas de despertar de la locura. Aunque también cabe destacar que todos merecemos una segunda oportunidad.
Para mi le problema de este individuo está en la falta de anclajes. Cuando se suicidó su madre, cuando sus hermanos se apartaron de el, se quedó en un territorio vacío de limitaciones, y buscó la limitación en los actos delictivos, hasta que, en un último intento por limitarse mató al que consideraba el verdadero culpable de su "libertad".
ResponderEliminarPor eso se entregó.
Con su actividad literaria, artística, su familia y su encarcelamiento vuelve a estar anclado a la sociedad. La pregunta más importante es:
Si el encarcelamiento es un anclaje más de su "libertad peligrosa", ¿No será contraproducente su libertad?
Luis J. Cano Ruiz,
Criminólogo y miembro de Seccif.